Qué será lo que me pasa?
Estoy seguro que todo el mundo en algún momento de su vida se ha hecho esta misma pregunta.
Sentir que nada vale la pena, que todo lo que se ha conseguido con mucho esfuerzo ha sido en vano, o simplemente sentir una aplanadora que pasa por la parte superior del pecho y va anudando ‘un no se qué’ que se posa en la garganta.
La gran mayoría de las veces culpamos a ese detonante que no es más que la gota que rebosa el vaso, porque todos los seres humanos almacenamos en nuestra memoria momentos, situaciones, palabras… que nos atormentan y creo que es necesario hacer catarsis cada tanto, desahogarse y olvidarse de todo, llorar como bebés y vaciar ese recipiente de penas y dolores y después de una tormenta de lágrimas reflexionar y tomar decisiones con cabeza fría.
Hay cosas que no van a cambiar, cargas que no se van a alivianar, pero si a eso le sumamos la carga de recordarnos a cada instante que llevamos esa carga a nuestra espalda, se va a tornar imposible de llevar.
La vida es un jin jan y es necesario de vez en cuando sentirse afligido para encontrar el equilibrio, lo que no significa vivir surfeando un mar de penas.
Creo que lo mejor luego del vendaval es proponerse pelear hasta el final, tomar con pinzas cada uno de esos episodios que enlutan nuestra felicidad y tratar de buscarles una solución, que puede ser llevarlos con orgullo o hacerles un entierro digno en los mas profundo de nuestras almas y luego de eso recordar que: no hay felicidad completa, que hay personas que están mucho peor con nosotros y sin embargo se muestran marciales e inexorables ante la adversidad y pensar que contamos con el más grande milagro del planeta que es la vida y eso significa que tenemos una misión y que no hay misión pobre si no misionero pobre de visión.