Varios días, varias noches, varias emociones, mucha entrega y lo más importante de todo… un sacrificio total por tan sólo unos instantes de adrenalina que te regala compartir un arte independiente.
Prácticamente durante toda mi vida me he visto abocado a los «imposibles» y esto me ha llevado a conocer a todo tipo de personas que están saltando junto a mí en el mismo precipicio. Es loco que la gente piense que estamos locos o equivocados, pero después de tanto llevar una doble vida entre trabajos formales y sueños que reclaman un tiempo, un espacio… Me di cuenta que los que realmente están locos son ellos. Están locos porque su única actividad es: tener una estabilidad económica, hacer lo que la sociedad estipula y beber licor o reunirse con la familia los fines de semana.
Es que es triste llegar todos los días a su casa después de dedicarle a su trabajo el 80 % de sus horas activas y simplemente ver la televisión o sentarse frente a una computadora que les absorbe su creatividad, su imaginación y prácticamente sus deseos de ser ese deportista, artista o profesional que en algún momento soñaron ser.
En esta vida todo tiene su precio pero yo estoy seguro que es mejor tener el bolsillo vacío que el espíritu marchito y famélico, porque el dinero va y viene pero hay cosas que no se recuperan con tanta facilidad, como por ejemplo el amor a la vida, a lo esencial, el auto-respeto y la auto confianza.
¿Cómo enseñarle a un niño a creer en el cuando el maestro no cree en si mismo?.
Mi única conclusión es que los sueños son como los músculos, si no están en constante actividad y ejercicio se atrofian y pierden su poder.
Más vale un ser realizado y modesto que uno marchito y subido en un pedestal.